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LENGUAJE Y ARQUITECTO

Entendemos que nuestro concepto restricción se refiere a un momento en el que la figura del arquitecto empieza a tomar más protagonismo en su personalidad misma. Surge la idea del “genio” como intelectual que, a través de un lenguaje propio, logra volcar sus intenciones en una obra. Es dentro del marco del Renacimiento reglado que el arquitecto empieza a hacerse su propio camino artístico y proyectual. Ya las obras dejan de ser un mero objeto guiado por normas para pasar a ser la invención o creación del arquitecto genio, que se expresa a sí mismo y sus ideas, reflexiones, o hasta críticas, a través de su obra. El arquitecto pasa a ser pensador, proyectista, dibujante, director de su obra.

“A medida que el lenguaje clásico se consolida, el arquitecto gana libertad dentro de sus reglas. La invención personal, lejos de estar negada, se vuelve una marca de maestría.”

Summerson, J. (1963). El lenguaje clásico de la arquitectura

"Lo que es fundamentalmente nuevo en la concepción artística del Renacimiento es el descubrimiento de la idea del genio, es decir, de que la obra de arte es creación de la personalidad autónoma, y que esta personalidad está por encima de la tradición, la doctrina y las reglas, e incluso de la obra misma; de que la obra recibe su ley de aquella personalidad; de que, en otras palabras, la personalidad es más rica y profunda que la obra”

(Hauser - Historia social de la literatura y el arte)

Tomando como estructuradora la idea de arquitecto como genio individual, nos propusimos tomar dos obras de un mismo arquitecto y analizar como dentro de esta libertad creativa del autor se contraponen sus ideas en dos periodos de tiempo distintos. Con el paso del tiempo, las aspiraciones renacentistas comienzan a perder fuerza a la par de su contexto historico que se empieza a sumergir en una profunda incertidumbre y alteracion a causa de cuestionamientos a la iglesia y guerras, es asi como el arte y la arquitectura comienza a reflejar esta nueva tension social a traves de sus obras. La anterior racionalidad y armonia de la que estaban dotadas las obras de arquitectura se pone en crisis, las obras expresan caos, incertidumbre y alteran al espectador reflejando claramente el contexto social.

“Despues viene el gran descubrimiento del manierismo, la revalorizacion de una cultura que corroe el racionalismo clasico desde el interior, por exasperacion intelectual, por un gusto refinado y dirigido hacia lo metafisico, o bien por una convulsa renovacion religiosa”

(Patteta-historia de la arquitectura, antologia critica)

En representación del manierismo, elegimos como escenario de la imagen, la escalera de la Biblioteca Laurenciana de Miguel Ángel, que logra englobar el periodo manierista del autor. La escalera de la Biblioteca Laurenciana es puramente manierista y muestra un cambio radical en la concepción del autor sobre la arquitectura en este periodo, desde la desproporción de la escalera en relación a su recinto a los muros que parecen fachadas exteriores con ventanas cerradas y columnas que no llegan al suelo.

“La luz se derrama desde lo alto determinando una intensa pulsacion de claroscura y crea entre la zona inferior y la superior una relacion de oposicion opuesta a la continuidad vertical de los miembros”

(Patteta-historia de la arquitectura, antologia critica)

Elegimos particularmente esta escalera como escenario de nuestro collage por esta inquietante decisión que impone al usuario de decidir entre 3 posibles caminos para luego descubrir que los dos laterales terminan conduciéndolo nuevamente al centro generando esta incomodidad y desconcierto en quien luego seria nuestro protagonista principal de la imagen.

Por otra parte, representando a un Renacimiento desplazado por el nuevo movimiento cultural, la obra El David, de Miguel Ángel. Elegimos esta obra porque consideramos que es un ejemplo claro del concepto de arquitecto-intelectual-genio. En un período donde regían las leyes de la geometría y las proporciones, el arquitecto escultor presenta esta hoy considerada obra maestra. Miguel Ángel, siendo un maestro escultor y conociendo perfectamente las proporciones del cuerpo humano y las reglas de la geometría, decide conscientemente desfigurar la imagen para transmitir un mensaje: la cabeza del David y las manos son visiblemente más grandes de lo normal, representando la inteligencia y la fuerza, haciendo referencia al mito e historia que hay detrás del David. Dicho esto, podemos observar que Miguel Ángel, siendo un gran conocedor de las reglas geométricas, las rompe, con el fin de brindar un mensaje que va más allá de la imagen de un hombre, si no de una historia, y sobre todo una historia que deja su enseñanza a aquel que la lee.

La decisión de posicionar al David a un lado se debe a nuestra intención de mostrar que la instalación del Manierismo deja a un lado, o en un rincón de olvido, al Renacimiento. La imagen imponente de la escultura renacentista, de 5 metros de altura en la realidad y hoy expuesta en la galería de la Academia de Florencia, en una sala exclusiva y presentada en una posición central en la misma, es transformada en nuestra imagen. Físicamente desplazada, y reducida a la altura de una escala humana. El hombre manierista ya no venera este tipo de obras.

 

Por último, el haz de luz. Consideramos que muchas obras pensadas como obras maestras por el pasado renacentista, son descartadas por el presente manierista, pasando estas a las penumbras. En el caso del David, es diferente. El David en el momento en el que Miguel Ángel lo esculpió, no era para el mundo renacentista una obra de renombre, ni había sido pensada por el artista para ser posicionada en un lugar tan privilegiado como en el que está hoy en día. El David hoy tiene el valor que tiene, y por eso, aunque nos sirve como objeto representativo de un Renacimiento desplazado, le damos el haz de luz, para reivindicar esta obra, y terminar de pintarla como lo que es hoy en día, fruto del intelecto de un genio, y una verdadera obra maestra.

BIBLIOGRAFIA

-Hauser - Historia social de la literatura y el arte.

-Summerson, J. (1963). El lenguaje clásico de la arquitectura.

-Patteta-historia de la arquitectura, antologia critica.

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